A lo largo de los últimos posts estuvimos estableciendo nuestros objetivos para trabajarlos en un período de tiempo (pueden ser anuales o no), a los cuales dividimos en metas y creamos un plan de acción para estar prontos a la ejecución. Después establecimos nuestro sistema de trackeo para no abrumarnos y limpiamos distracciones para no perder el rumbo, comenzar a vivir en abundancia y descrubrir cuando somos más productivos. A todo esto le falta lo más importante, nuestro motor que mantendrá todo en marcha.

Lo que nos hará salir de la cama cada mañana pensando en todo lo que avanzaremos ese día para estar un paso más adelante. El que hará que nuestros motor siga funcionando aún en esos momentos cuando caemos y no vemos la salida de forma sencilla. Aquello que hará nuestro corazón latir con ganas y nos recordará que lo importante es el camino, no la llegada. Nos mantendrá la sonrisa amplia porque sabemos que estamos haciendo lo necesario para ir en la dirección correcta. Eso que tanto nos ayudará, es el propósito.
Muchas veces olvidado y es la clave de toda esta ecuación que necesitamos para concretar nuestros objetivos. Cuando les compartía los objetivos finales y a corto plazo de Vishen Lakhiani, el ya nos introduce a este tema para que tengamos presente siempre conocer “para qué” y no sólo “por qué” hacemos lo que hacemos.
Descubro dos aspectos donde el propósito cumple un rol principal:
A nivel colectivo, cuando estamos en un grupo de personas con un propósito común. De este tengo un ejemplo reciente de mi trabajo ya que estos últimos meses he estado trabajando en un rol nuevo donde todo el equipo intentó frenar lo que más pudo de la vorágine del día a día y estableció para que estabamos haciendo, lo que haciamos. Es increíble la sinergia que se siente una vez en la ejecución cuando personas de distintos países y culturas se encuentran alineados con un entendimiento profundo. La velocidad y calidad del trabajo aumenta mucho.
A nivel personal o individual, es una de las variables que te va a permitir estar todos los días sonriente. (voy a compartir las otras 😉 en futuros posts) y, como mencionaba antes, levantarte de la cama de un tirón y no remolonear. Alguna vez te pusiste a pensar para qué estas en esta vida. Atentos a las palabras que no es por que. Es darte cuenta cuál es tu misión y hacerlo de la mejor manera. Creo que nada es por casualidad, todo acontece por alguna razón aunque muchas veces no sepamos, ni entendamos el porqué en ese momento.
Cuando tienes un propósito, las prioridades se ordenan de forma natural, la motivación fluye desde el interior, y los qué y los cómo aparecen más claros. Todo son beneficios.
Lola Pelayo Arcos
Cuando Lola menciona que las prioridades se ordenan de forma natural, es porque cuando tenemos un prósito, nos guiamos por él, tenemos certeza de lo que queremos y no dejamos que los objetivos de otros cambien nuestra meta. Esto no significa que si alguien me pide ayuda, voy a hacer oídos sordos porque estoy muy ocupado, de lo contrario, puedo ayudar pero tengo en claro cual es mi norte.
Si bien la motivación se localiza y nos impulsa a actuar, tengamos en cuenta y siempre presente que no es lo mismo que el propósito, que es un estilo de vida. Parte siempre del corazón. Alineado con nuestra mente, es la forma de interpretar nuestras ilusiones, sueños y deseos.
Bernardo Stamateas en el libro Resultados Extraordinarios menciona: “Próposito quiere decir que todo lo creado es hecho con un fin. Todo lo que nosotros vemos en la tierra fue creado para algo. Eso es propósito. Y nosotros fuimos creados para un propósito.“
Encontrar ese próposito te hará vivir enfocado, estimulado y conducido totalmente a la acción. Te hará vivir de forma plena y feliz. Nuestro objetivo como seres humanos es vivir feliz, ¿vas a desaprovechar todo lo que tuvo que acontecer en el universo para que hoy tu corazón esté latiendo con fuerza y vigor cada vez que piensas en eso que te gusta?
Preguntate: ¿cuál es el propósito por el cuál nací? que la respuesta llegará a caudales.