Hace unas semanas tuve que hacer todos los trámites y pasos para sacar nuevamente la licencia de conducir. En el curso presencial obligatorio que uno tiene que tener, me tocó una señora super entusiasta de lo que estaba dando, nada más y nada menos que la ley de tránsito. Digo entusiasta porque realmente estaba decidida a que aprendieramos, a que tomaramos conciencia de lo que pasa en la calle, de lo poco que respetamos las normas y entender que si existen es porque somos muchas personas en vía pública y si todos las cumplimos se mantiene un orden y nadie sale herido. Las demás personas que circulan no se conocen entre sí, pero si conocen una norma en común y eso hace que funcionemos como sociedad.
Más allá de todo eso, algo que dijo durante esos días fue lo que me llamó la atención, y es el valor que le damos a nuestra vida. Cuando elejimos cruzar la calle por el medio, cuando elejimos el casco para andar en bici, cuando elejimos no usar el cinturon. ¿qué valor le estamos dando a nuestra vida?
El siguiente pensamiento que tengo es extrapolar este razonamiento a todos los aspectos de nuestra vida. Con cada decisión que tomamos hacernos la misma pregunta y evaluar a partir de allí si realmente quiero o no eso para incorporarlo o desecharlo.
Dando gracias que tenemos libre albeldrío no solo de nuestras acciones, si no también de nuestros pensamientos, lo podemos llevar al plano de cuánto me valoro, según lo que pienso. Si realmente piensos cosas lindas, positivas y maravillosas estoy valorando mi vida y le estoy dando una perspectiva del mundo que yo valoro.
¿Cuánto nos valoramos según las acciones que tomamos cada día, según los pensamientos que tenemos en cada segundo? Un lindo ejercicio de pensamiento para valorarnos como seres espirituales viviendo esta aventura humana.