En su libro Atomic Habits, James Clear, recomienda tener un plan de falla si no llegamos a ejecutar nuestra meta y me pareció de lo más lógico, de hecho en mis objetivos lo tengo planteado pero no se me había ocurrido introducirlo en la planificación y me parece que es clave si queremos mantener un rumbo fijo.
Lo que nosotros queremos es poder cumplir con nuestro objetivo en tiempo y forma, por lo que teniendo un plan de fallo en cuenta, es la mejor manera de prevenir que se nos salga todo de control, perdamos el foco y tengamos que ponernos a pensar en una solución, en medio de la sensación de sentirnos mal por no haber avanzado como lo teníamos planeado.
Plan de fallo
Será una red de contención que ayudará a que el golpe no sea tan duro y nos propulsará al lugar al cual deberíamos estar, recuperando el día perdido. Me lo imagino como la red de un trapecista en el circo, si este se cae por error, la red lo resguarda y lo devuelve al mismo lugar que estaba.
Nuestro plan de fallo, será lo que tendremos que hacer cuando no ejecutamos la meta diaria y deberá contener el esfuerzo necesario para que volvamos al mismo lugar como si la no acción del día anterior nunca hubiera ocurrido.
En mi caso, uno de mis objetivos es ser un lector frecuente y mejorar mi promedio de lectura respecto al año anterior. En mis metas diarias tengo estipulado leer mínimo (porque a veces leo más) un capítulo por noche. En mi plan de fallo establecí que si algún día no lo hago, el siguiente tengo que leer dos. O sea que me devuelve al estado original, y no me atraso con mi objetivo.
Cuando establezcamos nuestros objetivos, metas, planificación de ejecución y propósito, también vamos a adicionar el plan de fallo de las metas para que quede todo estipulado desde el primer día y así evitar lo más posible retrasarnos con lo que queremos lograr.
¿Tú tienes pensado un plan de fallo? Compártelo en los comentarios.