Un día normal se estaba desarrollando con total alegría cuando de pronto una de las chicas de la pileta me invita a que participe de la clase de aqua gym. Al principio me resistí, obviamente invadido por la estigmatización del hecho de que solo van señoras, no se hace demasiado esfuerzo, iba a parecer un payaso, me daba verguenza. Terminé asintiendo ante la insistencia de la entrenadora que me dijo, “te va a gustar”.
Terminé la clase cansado, contento y amigo de todas las señoras de la clase. Algo que descrubrí mientras hacia los ejercicios de la clase, es que para todos los movimientos que haces tenes agua (cuac) y estas empleando fuerza. Sujetando algunos dispositivos de goma con la mano podes hacer que esa fuerza empleada sea mayor y la magia se hace. Sin contar que el agua de por si te cansa. Ejercitamos brazos, piernas, abdominales, todos los músculos que puedas mover.
El factor determinante que me hizo entrar a la clase fue que me gusta experimentar cosas por primera vez, aunque sepa que me voy a sentir un ridículo (hecho que me importa unos pocos minutos, después se me pasa). Resumiendo, fue una muy buena primera experiencia, que se que no voy a repetir.