Es mi segundo festival, pero el primero de tal magnitud. Los dos días del Lollapalooza Argentina 2017 estuvieron increíbles y lo vibramos alto en cada escenario que visitamos, y en cada momento que vivimos. Al tratarse de un festival, no solo se vive música, se respira alegria, se come rico y se disfruta de las amistades al aire libre. La performance de los artistas y el sonido fueron estupendos en los cuatro escenarios.
A un mes de la tragedia del recital del Indio Solario en Olavarria, la preocupación al tratarse de un evento tan grande estaba a la orden del día, más cuando uno vive alejado de su familia y el único medio de información son las noticias, donde a veces los analisis son un poco exagerados. Sabíamos que asistíamos a un evento organizado y la responsabilidad por parte de la producción era alta en todas las comunicaciones que realizaron, incluso los días previos. Durante el evento todo estuvo muy bien organizado, señalado y controlado. Las personas se comportaron como si estuvieran de fiesta, no se corria y se hacia lo correcto en cada lugar. En el predio habian personas con niños pequeños e incluso habian adolescentes bastante chicos sin padres y nada pareció salir mal.
Algunos aspectos del escenario en cada espectáculo cambiaban para darle un toque renovado y personalizado para el artista en cuestión generando sorpresa en cada comienzo. Por la apretada agenda, incluso en simultáneo en algunas ocaciones no se podían ver a todos los artistas el tiempo completo del show, pero si uno se las ingeniaba para caminar de un escenario a otro, durante, se alcanzaban a ver a más de uno en la misma franja horaria. Lo que hicimos nosotros fue organizarnos antes de comenzar el día según las preferencias del grupo y vimos el principio de unos y el final de otros.
La gastronomía es un capítulo aparte y merece ser contado. Habian dos áreas, una de foodtrucks y otra denominada “Patio gastronómico”. En la primera se podia encontrar una comida más gourmet, de casas tales como Maria Felix, Rex, La Mar, Nómade entre otros y en horario pico las colas llegaban a durar hasta 2 horas debido a la cantidad de gente en ese sector, lo que hacia imposible pasarse por ahí si se queria seguir disfrutando de los espectáculos. En la segunda, se podían conseguir choripanes, panchos y lomitos con acompañamientos como papas fritas, sin marca alguna, con una relación precio / cantidad mucho más razonable que los foodtrucks y con un tiempo de entrega dentro de parametros normales.
Creo que fue un evento muy bien organizado para las 100.000 personas que disfrutaron cada día del festival. La pasamos bastante bien, nos divertirmos y disfrutamos bailando en varias ocaciones. Para mi la clave fue disfrutar con amigos con ganas de pasarla super bien y abiertos a aventurarse a por las bandas que a cada uno le gustaban, contando con un punto de encuentro para volver a la danza. Volvería a ir sin dudas si los artistas me gustan. Lo tomé como una experiencia, algo distinto por conocer y quedé satisfecho de haberlo vivido.