Hablando con amigos, nos pareció muy loco estar decidiendo que comer. Todos reunidos, en una mesa redonda, en una casa de comidas en Palermo. Todos de diferentes partes, reunidos ahí, un miércoles… porque queríamos (y podíamos claramente). Me hizo pensar en el poder de decisión que tenemos, desde las simples como decidir que comer hasta las complejas de con quien relacionarnos. No me permito mentirme, al recordar que en más de una ocasión he decidido no salir con alguien, o no juntarme más, para protegerme, psíquica y emocionalmente.
Recuerdo que hasta el momento, la decisión mas difícil que he tomado, fue cuando tuve que decidir que seguir estudiando. Sigo pensando que a esa edad no era consciente de muchas cosas, pero si de lo que me motivaba y como quería llevar mi vida adelante. Me alegra recordar que mi decisión no se vio influencia por el nivel económico, si no más bien por el fuerte bombeo del corazón. Son inquieto, y no me hubiera permitido hacer lo mismo toda la vida, que más cambiante y emocionante que los nuevos desafíos de la comunicación digital.
Caer en cuenta que decidimos constantemente es fuerte, aunque bastante tarde (?). Creo que nunca es tarde, mejor plantearlo a los 26 que cuando sea mucho mayor.
Creo que despertamos todos los días un poco.